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Saber Volar

Era una mañana de Enero cuando el cuarto quedó particularmente vacio, la cotidiana voz que día a día resonaba tras las estrechas paredes de aquella casa donde el calor humano era más intenso que el mismo sol, ya no se escuchaba, las risas, las lágrimas o simplemente el susurro de su respiración ya no estaban en aquella casa.
La soledad era inevitable, el temor, la angustia, la ansiedad, la intriga y más que eso la inocencia era el conjunto perfecto para describir lo que sentía cuando estaba tan lejos y excluida de aquel mundo. Había llegado el momento que tanto había esperado, era la hora de abrir las alas y partir del nicho que la había cobijado durante tanto tiempo.
Era quizás un poco prematuro a los 17 años no se tiene un conciencia plena sobre las posibles consecuencias y adversidades que implica alzar el vuelo, cabe resaltar que el apoyo emocional por parte de su familia ha estado y espera que esté hasta que las alas se cierren para siempre.
La primavera la esperaba, es un cambio de estación donde no hay aliados ni apoyo es un mundo desconocido. La tarea se dificultaba un poco más, no se trataba sólo de enriquecer su conocimiento era el hecho de adaptarse e integrase a esta nueva etapa que le abría las puertas con un tempano de hielo.
Yurany Marín es una joven soñadora que emprendió un espinoso camino hace dos años y medio para lograr lo que toda su vida había anhelado. Creyente fiel de aquel lema “sólo se necesita de un hombre para cambiar la historia” postula entre sus principales objetivos influir en la mentalidad de aquellos que no ven más allá de un túnel de oro, sembrar una ilusión es el comienzo, después vendrán motivaciones y dudas pero en realidad sólo aquellos que venciendo los temores de la acosadora soledad y las dificultades puede lograr lo que quieren, han sabido abrir las alas.
Y aunque muchas veces las ganas de regresas son intensas aquella cima azul después de todo propone buen clima y por un factor u otro nuevos elementos llegan para impedir que todo vuelva hacer como antes.
Por esos días abandonar el mundo que la ha visto crecer resulta poco interesante, los limites no están consolidados, esta nueva ola de modernidad disminuye las ganas de soñar, los que cuentan con toda las posibilidades para coger impulso les hace falta el espíritu y actitud, pero los que están llenos ganas, de sueños, de progreso a los que los ilumina un lucero, ellos, esas personas grandes no tienen ese papel que sosiega todas las actividades de los seres humanos.
Ya van más de 3 eneros en que la casa de origen sigue teniendo el mismo silencio pero ahora hay un visitante que ha optado por no marcharse, la costumbre llegó para quedarse, extrañar aquella particular voz que ahora es un recuerdo sublime de los riesgos de saber volar.








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